viernes, 1 de septiembre de 2017

¿Qué has hecho?


Relato Corto
¿Qué has hecho?  


Tomada de Bing Images






Ese día ya estaba cansada, tenía semanas sin poder dormir. Despertaba a toda hora buscando desesperadamente el reloj hasta ver que aún eran las 3:06 de la mañana. Bien, me dije a mi misma, me quedan par de horas más para intentarlo. Fue en vano.

Ya en el baño me siento en el retrete con la mirada perdida, tal cual el animal ese del Facebook que mira un zapato, solo que ni la más mínima idea de lo que estaba yo mirando. ¿Será aquel día de septiembre cuando emprendí la huida, o mejor dicho mi manifiesto de liberación de noviembre? Que va, ya ni se lo que digo. Vaya forma de iniciar el día, no encuentro ni un calcetín y las putas botas me han llenado el piso de tierra seca, pues ni modo, en la tarde ya se recogerá. De lo que si estaba convencida es de que ese día era diferente, el olor al abrir la nevera me lo revelo y esa manzana de hace 8 días comprada en el ventorrillo del señor cangrejo. Ese día estaba enojada y dispuesta a todo, estaba poseída.

Tenía que eliminarla de mi vida, me estaba ahogando, me tenía cansada. Intente huir de ella de varias maneras pero al final se metía en mis planes, no dejaba de molestar.

Había dedicado varios pensamientos a la forma en que me desharía de ella, me gritaba a toda hora que me quedaría estancada, pero ya estaba decidida a ahogarla, sí, eso haría. La llevaría de paseo hasta la represa y justo de ese popular medidor la lanzaría, sería estupendo, preferiblemente con una gran piedra atada al cuello y otra a los pies para asegurarme de que luego no saldría. No, mejor algún envenenamiento, sutil claro está, y de seguro sería más difícil de rastrear, mucho más cuando se está en un país donde la justicia funciona con algo de dinero. No creo que nadie esté dispuesto a pagar mucho por hacer una investigación minuciosa de los hechos. Algo más cauteloso podría ser quizás diluir su cuerpo. Si… no quedaría nada, todo se esfumaría por completo, solo sería cuestión de conseguir la cantidad de químicos prudente. De pronto se desvanecieron mis pensamientos en aquel momento y retorne a la realidad, era momento de partir al trabajo con mis pensamientos e instintos de asesina, mis compañeros nunca sospecharían que en la joven silenciosa de la esquina convergieran tales ideas. El resto de la mañana y la tarde pasó excelente, un día tranquilo y sereno, el sol brillaba al momento de regresar a casa. Todo habría pasado bien aquella jornada, pero al acercarme a la puerta pude distinguir su presencia, su tufo se me parecía en ocasiones a azufre y en otras a ter-butil mercaptano, desesperada abrí la puerta y corrí hasta la cocina, del juego de cuchillos tome el más afilado y me dirigí hacia ella. Me miraba con ojos de sátira y me hostigaba haciéndome entender lo desgraciada que había sido mi vida los últimos ciento cincuenta y seis días y justo cuando se abalanzaba contra mi tome el cuchillo y pude advertir como iba tomando parte a través de su tejido adiposo hasta alcanzar el corazón. Me volví loca al ver su sangre correr sobre mis dedos y quise más. Repetí la acción varias veces en diferentes partes de su ser hasta que ya no pude más y un chirrido de madera anunciaba la pregunta: ¿querida, que has hecho?

Era mi marido, acababa de presenciar cómo había ajusticiado a la rutina.  
Por: Ank.

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