martes, 5 de septiembre de 2017

Paseo culinario – Mondongo de Los Peralejos (Cevicos)


El mondongo no es más que una comida generalmente preparada en forma de sopa y que se compone esencialmente de las tripas de ciertos animales, ya sea cerdo, vaca, chivo u otros. A mí en particular me agrada más el de vaca, aunque al momento de comerme uno no ando preguntando el origen.

Este plato se conoce en distintos países de Latinoamérica y cada uno le da un toque diferente. En países como Venezuela, Ecuador, Perú es conocido, en otros es incluso considerado un plato típico, como lo es el caso de Colombia, pero estos lo llaman sancocho de mondongo o sopa de mondongo. A simple vista no es un plato muy atractivo y menos cuando uno sabe de donde proviene, pero aun así es bastante alto el número de personas que lo consume. Es común ver este plato siendo parte del menú principal de la comida de las 12, aunque nos lo podemos topar también en la cena.  Es acompañado de plátano verde frito, arroz blanco o cualquier otro tipo de tubérculo. Yo prefiero acompañarlo con arroz o plátano (o ambos), y mucho mejor si al lado le colocamos un buen pedazo de aguacate, algo de picante o jugo de naranja agria o limón.


Tripas para preparado de Mondongo (de Wikipedia).


El mondongo es un plato delicado, no todo el mundo lo puede preparar correctamente o de la forma más higiénica, recuerden que hablamos de tripas, las cuales requieren de un proceso riguroso de limpieza, lavado e incluso hervido hasta que queden totalmente blancas, lo cual es un indicio de que este proceso de limpieza se ha hecho de forma correcta. Ya hervido se proceden a cortar las tripas en trozos pequeños y es común ver que junto con ellas el caldo se ve acompañado de elementos  como la zanahoria, papa y auyama.

Detrás de un buen  mondongo, la semana pasada me traslade a un lugar bastante popular por sus mondongos ubicado en el municipio de Cevicos, Los Peralejos. En varias ocasiones había escuchado del lugar y al ver que solo pude obtener referencias del mismo gracias a personas cercanas a mi decidí hacer este post para que sirva de orientación. Desde Cotuí es muy fácil llegar a este sitio, solo hace falta tomar la carretera que conecta este municipio con Cevicos, calle María Trinidad Sanchez y conducir por unos 30 minutos, aproximadamente 20 kilómetros. El lugar que visite está ubicado al lado derecho de la carretera y actualmente es un pequeño y acogedor local hecho de madera y de color rosado se llama “Cafetería Ingris”, está justo antes de la entrada a Cevicos, por lo que es importante estar pendiente no se vayan a pasar del lugar como me pasó a mí (si te pasa puedes preguntar a cualquier transeúnte, son muy amables).

Cafetería Ingris - Los Peralejos


Una vez en el establecimiento, mientras esperas tu mondongo con fritos puedes ir disfrutando de algún refresco, vino o cerveza, junto a la música suave de fondo.

En cuando al sabor, a mí me gusto bastante y el plato fue puramente mondongo, no tenía ningún otro tipo de elemento para “rendirlo”, pero si se le podía apreciar el cilantro que se usó para su condimentación. Junto al servicio te proporcionan trocitos de limón y de salsa picante para que agregues al gusto.

¿Precio? El precio es muy razonable para la cantidad de comida que lleva el servicio, 250 pesos.

Hice la visita al medio día para que me sirviera de comida, pero tengo entendido que entre tarde y noche el lugar también ofrece este servicio y que es aún más concurrido que en horarios de comida. Finalmente termine la visita con un estomago repleto y de paso la búsqueda de este manjar me sirvió de paseo sabatino.
A continuación te dejo un link donde puedes encontrar una receta de como preparar uno: Mondongo Dominicano

Y a ti, ¿te gusta el mondongo?

viernes, 1 de septiembre de 2017

¿Qué has hecho?


Relato Corto
¿Qué has hecho?  


Tomada de Bing Images






Ese día ya estaba cansada, tenía semanas sin poder dormir. Despertaba a toda hora buscando desesperadamente el reloj hasta ver que aún eran las 3:06 de la mañana. Bien, me dije a mi misma, me quedan par de horas más para intentarlo. Fue en vano.

Ya en el baño me siento en el retrete con la mirada perdida, tal cual el animal ese del Facebook que mira un zapato, solo que ni la más mínima idea de lo que estaba yo mirando. ¿Será aquel día de septiembre cuando emprendí la huida, o mejor dicho mi manifiesto de liberación de noviembre? Que va, ya ni se lo que digo. Vaya forma de iniciar el día, no encuentro ni un calcetín y las putas botas me han llenado el piso de tierra seca, pues ni modo, en la tarde ya se recogerá. De lo que si estaba convencida es de que ese día era diferente, el olor al abrir la nevera me lo revelo y esa manzana de hace 8 días comprada en el ventorrillo del señor cangrejo. Ese día estaba enojada y dispuesta a todo, estaba poseída.

Tenía que eliminarla de mi vida, me estaba ahogando, me tenía cansada. Intente huir de ella de varias maneras pero al final se metía en mis planes, no dejaba de molestar.

Había dedicado varios pensamientos a la forma en que me desharía de ella, me gritaba a toda hora que me quedaría estancada, pero ya estaba decidida a ahogarla, sí, eso haría. La llevaría de paseo hasta la represa y justo de ese popular medidor la lanzaría, sería estupendo, preferiblemente con una gran piedra atada al cuello y otra a los pies para asegurarme de que luego no saldría. No, mejor algún envenenamiento, sutil claro está, y de seguro sería más difícil de rastrear, mucho más cuando se está en un país donde la justicia funciona con algo de dinero. No creo que nadie esté dispuesto a pagar mucho por hacer una investigación minuciosa de los hechos. Algo más cauteloso podría ser quizás diluir su cuerpo. Si… no quedaría nada, todo se esfumaría por completo, solo sería cuestión de conseguir la cantidad de químicos prudente. De pronto se desvanecieron mis pensamientos en aquel momento y retorne a la realidad, era momento de partir al trabajo con mis pensamientos e instintos de asesina, mis compañeros nunca sospecharían que en la joven silenciosa de la esquina convergieran tales ideas. El resto de la mañana y la tarde pasó excelente, un día tranquilo y sereno, el sol brillaba al momento de regresar a casa. Todo habría pasado bien aquella jornada, pero al acercarme a la puerta pude distinguir su presencia, su tufo se me parecía en ocasiones a azufre y en otras a ter-butil mercaptano, desesperada abrí la puerta y corrí hasta la cocina, del juego de cuchillos tome el más afilado y me dirigí hacia ella. Me miraba con ojos de sátira y me hostigaba haciéndome entender lo desgraciada que había sido mi vida los últimos ciento cincuenta y seis días y justo cuando se abalanzaba contra mi tome el cuchillo y pude advertir como iba tomando parte a través de su tejido adiposo hasta alcanzar el corazón. Me volví loca al ver su sangre correr sobre mis dedos y quise más. Repetí la acción varias veces en diferentes partes de su ser hasta que ya no pude más y un chirrido de madera anunciaba la pregunta: ¿querida, que has hecho?

Era mi marido, acababa de presenciar cómo había ajusticiado a la rutina.  
Por: Ank.