jueves, 26 de octubre de 2017

Reordenamiento vial de Cotuí… ¿un fracaso?



La ciudad de Cotuí en los últimos años ha visto un gran aumento en el número de habitantes, y esto lo podemos corroborar si miramos los datos que arrojan los censos realizados en el país en distintas fechas históricas. Dichos resultados podemos encontrarlos si materializamos una lectura a la obra de Francisco A. Rincón, donde declara que para el 1920 nuestra ciudad contaba con alrededor de 1,036 habitantes, una cantidad desdeñable en comparación a la cantidad arrojada en el IX Censo Nacional de Población y Vivienda 2010 de 49,930 habitantes (también podemos consultar directamente la página de la ONE (https://www.one.gob.do/#). A medida que las poblaciones crecen también lo hacen las demandas de alimentos, de suelo, de recursos naturales, de minerales, combustibles fósiles, de empleo, y de manera casi proporcional también la necesidad del desarrollo de las zonas rurales y urbanas.

Cuando crece la población se incrementa así mismo la necesidad de transporte, ya sea para ir a nuestros centros de estudios, a nuestros empleos o simplemente para trasladarnos a visitar a alguien. Con este desarrollo es igual de importante habilitar los espacios para que los ciudadanos puedan hacer estos desplazamientos de la mejor manera posible y es aquí en donde el ordenamiento vial inicia su protagonismo.

Si salimos a dar un paseo en Cotuí, es imposible ignorar este crecimiento poblacional en las calles, cada vez hay más vehículos en la zona y hasta se han incrementado los centros que ofrecen servicios de venta y alquiler de vehículos, algo que a la nueva gestión de la Alcaldía de Cotuí  no le ha pasado desapercibido y ha decidido aportar su granito de arena. Todos sabemos que recientemente fue lanzado de manera oficial el plan de reordenamiento vial por parte del ayuntamiento, específicamente el 14 de agosto (se pueden consultar las imagenes en la cuenta de IG del ayuntamiento: @alcaldiacotui). Durante la preparación vimos como diferentes brigadas de hombres estaban tiradas en la calle haciendo las señalizaciones correspondientes, colocando letreros y unos que otros semáforos en los lugares más críticos. Este reordenamiento fue algo ambicioso y trajo consigo la re asignación de direcciones en las vías, lo cual provocó disgusto en una parte importante de la población, en especial en los más adultos que “toda su vida habían visto que esa calle subía”, en el mismo sentir acarreó confusión en los conductores los primeros días a pesar de que los cambios fueron avisados con anticipación y fueron hechos públicos los planos con las nuevas rutas. En particular este proyecto me emocionó bastante, porque considero que el ordenamiento vial de un pueblo dice mucho del orden en los demás niveles del mismo, además, trae consigo muchos beneficios, entre los cuales se pueden destacar:

-          Reducción de problemas de salud por el estrés que conlleva conducir un vehículo en vías desorganizadas lo cual se traduce directamente en una mejora de la calidad de vida de los habitantes. (Yo en particular solo conduzco si es obligao’, porque le tengo terror a las calles de aquí).
-          Menos contaminación sónica.
-          Educación vial para la población.
-          Reducción de accidentes de tránsito.
-          Entre otros.

Se manejó la información de que los primeros días de puesta en marcha del proyecto servirían para educar a la población, (algo que a sinceridad yo no pude ver con mis propios ojos y si se hizo no me enteré), pero de mi parte me atrevo a alegar que este tiempo también serviría para el mismo cabildo identificar posibles debilidades en el mismo, y parcialmente fue así (ej.: aún hay calles que tienen dos letreros de ‘una vía’ en direcciones opuestas), ya que a los pocos días de iniciado el proyecto pudimos ver a las mismas brigadas haciendo correcciones en la señalización de ciertas calles, especialmente en la línea discontinua que por su color te indican si es de doble vía o no (línea blanca nos indica que es de una vía y línea amarilla que es de doble vía) y en los letreros.

Más allá de embellecer las calles con la señalización oso a decir que el reordenamiento ha sido un fracaso, así como usted lo lee, un fracaso total y rotundo, ya que a este proyecto se le ha dado un seguimiento nulo una vez implementado. En sus inicios pudimos ver algunas personas dirigiendo a los conductores por las nuevas rutas e incluso policías municipales dando soporte en calles donde hay escuelas, pero ahora apenas vemos uno que otro día a los policías que se paran por la escuela Juan Sánchez Ramírez. De las calles cuya dirección fue cambiada, las únicas que con dificultad se respetan son la Calle Mella y la María Trinidad Sánchez,  porque todavía nos encontramos con personas sin pudor que se nos tiran arriba a los que sí queremos respetar las señalizaciones en vía contraria y pena de la vida que les digas algo, porque los ofendidos son ellos y tú el que está en falta. A mi entender el ayuntamiento juega un papel importante en la educación vial de los ciudadanos, ya sea con la ayuda de otras instituciones como INTRANT (si es que funciona eso) o con magia y oraciones, pero lo cierto es que necesitamos que esta situación sea mejorada porque de lo contrario en balde se ha trabajado hasta ahora.

No me voy a hacer de la vista gorda y querer culpar simplemente al “sistema”, puesto que hay un papel muy importante en este asunto, quizás el más crucial, y es el que jugamos los conductores, los peatones, el pueblo en general. Es imposible cambiar un conjunto de personas cuando no empezamos a hacer el cambio en nosotros, cuando aun sabiendo que estás en vía contraria sigues por ahí porque “solo es un pedacito que me voy a robar”, cuando al ver que el semáforo está cambiando a rojo es que le damos hasta el fondo a ese acelerador o si tenemos que esperar para cruzar pero no viene nadie nos metemos como quiera… así no, no se puede. ¿Para eso es que exigimos a las autoridades? ¿Para que cuando finalmente ellos hacen algo por nuestro bien mirar hacia el otro lado y no apoyar? Así no hay becerro que llegue a buey. Por nuestra inconciencia, irrespeto y falta de prudencia ya hay personas que se han visto afectadas, entre las más comunes que al pararte a respetar un semáforo rojo el que viene detrás de ti de atropelle porque tenía la intención de no detenerse.


Para resolver esta problemática y avanzar como pueblo, no solo las autoridades municipales tienen la responsabilidad, sino toda la sociedad, que mientras no respetemos las normas básicas que nos facilitan la vida común, seguiremos medicando esas enfermedades que tanto quisiéramos curar. Cotuí somos todos, sin importar que partido lidere la alcaldía.